Por suerte, la Princesa ha sido una niña que siempre ha comido bien. Y lo mejor de todo es que no son de los que dice “no me gusta” sin haberlo probado. Pero no por ello no me esmero en hacerle las comidas divertidas. Y aquí van algunos ejemplos que me van a servir de inspiración próximamente:
¿Por qué no convertir un triste sandwich de jamón y queso en un conejo?
¿Habéis visto como se puede adornar un aburrido huevo duro con solo una zanahoria y dos alcaparras?
¿Y lo huevos piratas?
¡Queso ratón!
Pero lo que más me ha gustado ha sido… ¡¡Epi y Blas!!