¡Y qué verdad! Hace ya algunos años trabajé con una compañera argentina a la que le cambiaba la cara cuando le pedía el favor que me cogiera algo o cuando llamaba a Concha. Ahora trabajo con una mexicana (la que su marido le mandó los tulipanes) y cuando es su cumple prepara una torta. Pues eso, el mismo idioma pero no la misma lengua. Mi amiga Cristina, que vive en Seattle, ha colgado este vídeo en Facebook y no puede ser más claro. Aprovecho para mandar un beso grande a mis dos lectoras más internacionales: Cecilia y Cristina
(Si tenéis problemas para ver el vídeo podéis pinchar aquí)