¡¡Qué difícil es la vuelta al trabajo!! Evidentemente dejar de tener tiempo libre para disfrutar de tus aficiones es costoso. Pero, sin duda, lo que peor llevo es volver a encorsetarme en los horarios. Lo que adoro del verano es el descontrol: puedes desayunar a las 11, comer a las 5, dormir la siesta hasta las mil y acostarte de madrugada. No pasa nada. Pero esto ya no es así. ¡Lo que me está costando volver a la rutina!. Ayer, sin ir más lejos, me dormí una siesta de pijama y orinal. Así que lo de acostarse a una hora digna fue impensable. Hoy cuando ha sonado el despertador ha sido como una broma pesada y me imagino que a media mañana no podré con mi vida.
Lo que más temo es la metida en vereda de la Princesa. Ha salido tan noctámbula como yo y ni me quiero imaginar su cara, el 5 de septiembre, cuando a las 8.30 de la tarde le diga que hay que irse a dormir. Poco a poco… o eso espero.